El actual entorno económico y social está marcado por intensos factores de cambio y por profundos desafíos, que definen un alto nivel de complejidad y competitividad para las empresas y los países en el contexto internacional. Ante ese entorno, y como ha ocurrido en otros grandes períodos de transformación histórica, la capacidad de una sociedad para innovar se configura como la gran fuente de generación de productividad, diferenciación y valor para las empresas y de progreso y bienestar para el conjunto de una sociedad.
En este contexto, aparece un nuevo concepto de gerente o responsable: un facilitador del trabajo de sus subordinados, que guía, orienta y entusiasma, más que un directivo que transmite órdenes rígidas y autoritarias.
En estos tiempos de crisis que vivimos parece más imprescindible que nunca la figura de un líder capaz de aglutinar los esfuerzos y conducirlos adecuadamente, y que ayude a crear y desarrollar entornos de trabajo innovadores. Los trabajadores necesitan tener un guía, saber hacia dónde se dirige la empresa y cómo contribuye cada uno de ellos, y la existencia de un líder orientador y motivador puede suponer la diferencia entre la supervivencia y el cierre de la empresa.